Cuando miro los últimos años de mi vida, años en los que tengo uno o dos hijos a cargo, en muchas escenas hay un libro de Oliver Jeffers en nuestras manos. Hoy quiero contarles cómo llegamos a este escritor - ilustrador.
Martín tenía un año de vida, era un pequeño trigueñito de cejas pobladas y melena negra. Y su madrina, Naty Villa, llegó con un regalo que se convirtió en puras posibilidades, un regalo que hoy sigue haciendo magia. Eran tres cuentos cortos e ilustrados, en una cajita preciosa de la que se veía por un lado a un niño despegar en un cohete y por el otro lado el mismo niño y un pingüino montados en una sombrilla en medio de la mar.
Había una vez un niño…Un niño que viajó a la luna y se encontró con un marciano, que viajó hasta el polo sur con su amigo el pingüino y que saltó hasta que se cansó para atrapar una estrella. Todas estas aventuras suceden en los cuentos: De vuelta a casa, Perdido y encontrado y Cómo atrapar a una estrella.
He perdido la cuenta de las veces que nos hemos leído esos tres. Infinitas en estos últimos 13 años y multiplicadas cuando llegó Vicente a nuestras vidas. Pero, para ese entonces, también los crayones nos enviaban cartas en: El día que los crayones renunciaron.
Oliver Jeffers se convirtió en la puerta a literatura infantil, en la ventana a la lectura, en la llave a la complicidad que se crea entre un niño que ya sabe que viene la hora del cuento y un adulto que escoge lo mejor de lo mejor para ese instante.
Le seguimos la pista. Queríamos saber más de ese niño y de todos los personajes que salían del lápiz de Jeffers. Fue así como celebramos la llegada de Aquí estamos: Notas para vivir en el planeta tierra, que nos acompañó en los primeros días de Vicente.
Les comparto un fragmento lleno de ternura, en el que Martín le lee este libro a su hermano menor, Vicente y le hace sus propias explicaciones. Para que ustedes, como nosotros, se enamoren de este autor que pueden encontrar en nuestra tienda Tintea y por supuesto en la biblioteca más cercana a tu casa.